lunes, 22 de junio de 2009

JKLM

Los dos son altos, de mentón ancho y bigotudos por temporadas. Los dos son pelilargos y rubiones. Los dos viven de la música y los dos tocan el bajo. Sin embargo sus músicas son terminantemente distintas: por un lado el rock pesado y el peso de ser una leyenda, por el otro, el jazz con actitud y las ventajas de una fama relativa. Nacieron con veinte años de diferencia.

Lemmy Kilmister, el líder de Motorhead, nació en Inglaterra en 1945 y desde chiquito se mostró jodido y metalero. Formó parte de varias bandas hasta que a los treinta armó su grupo más famoso, que al día de hoy sigue girando, facturando y atrayendo a su fiel público que lo alienta a fuerza de puños elevados y cuernitos de índice y meñique.
Javier Malosetti nació en el 65. Hijo de padre jazzero, se crió en un ambiente ideal para desarrollar su talento. Aprendió y enseñó en la escuela de música que su propio padre dirige y llegó a tocar con varios de los músicos más respetados de Argentina. Sus álbumes personales, pese a no salir de la batea del Jazz (cosa que él hubiese querido), son una especie de crossover que alienta a escuchar jazz a quienes no tienen el oído adiestrado en ese lenguaje. Son una buena puerta de entrada.
Si pensamos en el modo de tocar, el más rebelde de los dos resulta ser el más ortodoxo. Lemmy es casi un fundamentalista de la púa, la distorsión y el machaque, mientras que Javier integra todos los recursos que tenga a mano para hacer de su música una experiencia rica, no sólo explosiva. De todas formas no tiene mucho sentido comparar papas con batatas: tienen sabores distintos a pesar de pertenecer a la misma categoría.
Lemmy tiene facha de malote y Malosetti pinta un tipo macanudo. Probablemente si se encontraran se darían la mano, no olvidemos que los ingleses casi siempre son tipos educados y que Javier, de vez en cuando, también le mete distorsión al bajo. Ninguno de los dos se emocionaría demasiado.
Curiosamente, si acentuamos su parecido rotando e intercalando sus nombres, nos encontramos con una sorpresa irrelevante: las siglas continuadas de Javier Kilmister y Lemmy Malosetti nos dan un pedazo de abecedario reordenado (JKLM).

Si se puede concluir algo después de recapitular esta serie de coincidencias toscas, es la corroboración del viejo dicho popular: “parecido no es lo mismo”. Definitivamente.

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